Jon Salvador vuelve a la arena tras una recuperación exprés

ATLETISMO

El veterano atleta erandiotarra irá a por todas en la Maratón del Sáhara menos de tres meses después de romperse cinco costillas

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Jon Salvador sigue con su preparación para la carrera en el Sáhara

Foto: Juan Echeverría

Más allá del debate ético en torno a la tauromaquia, sin duda materia sensible pero propia de otros medios, no deja de admirar la capacidad de los toreros para reponerse de durísimas cornadas y, en poco tiempo, volver a pisar el ruedo. Algo parecido es lo que tiene entre manos Jon Salvador. El pasado 2 de diciembre se fracturó cinco costillas en la Maratón de Valencia, al caer nada más tomar la salida y sufrir la ‘cogida’ de una marea de atletas. Y menos de tres meses después, reaparecerá y no en cualquier prueba. El veterano atleta erandiotarra (52 años) afrontará el próximo día 26 su novena participación en la Maratón del Sáhara. Todo un miura. Jon no va a hacer ese largo viaje para realizar una faena de aliño. “Voy con muchísima ilusión y a disputarla. No descarto nada”, señala. Tras una recuperación exprés, este ‘maestro’ de las carreras de fondo regresa a la arena dispuesto a salir por la puerta grande.

Salvador no se quería perder por nada del mundo su ya habitual cita en el desierto y, tras el contratiempo sufrido en Valencia, tomó como modelo la rehabilitación realizada para una lesión similar por el más grande fondista vasco de todos los tiempos: Martín Fiz. Cuatro fueron las costillas que el alavés se rompió al ser golpeado por un vehículo mientras entrenaba el 20 de septiembre de 2018. Diez días después, ya se ejercitaba suavemente y el pasado 13 de enero, un pletórico Fiz batía, también en Valencia, el récord mundial de los 10 kilómetros para mayores de 55 años, con un tiempo de 31’36’’.

El 2 de diciembre se cayó en la salida de la Maratón de Valencia y resultó pisoteado

El vizcaíno se puso en contacto con el excampeón mundial de maratón para conocer de primera mano su fórmula para retornar a la actividad en tan poco tiempo y la puso en práctica. “Después de entre diez y quince días de descanso absoluto, empecé con la bicicleta estática, a la que extrapolaba las series del entrenamiento a pie. Más adelante, me subí a la elíptica y hacía unas tres horas al día, entre 25 y 35 kilómetros”, explica.

El 7 de enero, poco más de un mes después del incidente, una prueba radiológica determinó que los huesos estaban soldando bien, por lo que se pasaba a otra fase: “Ya podía coger pesas y andar rápido en la cinta”. Manteniendo la prudencia, las molestias remitían día a día. En siete semanas, llegó el momento de enfrentarse a la carrera a pie: “Al principio, metía mucho fondo, no muy rápido, acumulando entre 175 y 190 kilómetros a la semana”.

A medida que se ha ido acercando la fecha de la Maratón del Sáhara, el ritmo de entrenamientos se ha ido avivando. “La semana pasada ya hice sesiones de 28 kilómetros a 3’50’’ de media”, señala Salvador, cuyas sensaciones le invitan a ser optimista.

Será la 9ª presencia en la cita sarahaui, en la que siempre ha hecho podio salvo en 2016

El objetivo de Salvador es subirse de nuevo al podio, gesto que ha realizado en siete de las ocho ocasiones en las que ha corrido en los campos de refugiados saharauis de Tindouf. Solo en 2016 no pudo completar la carrera por una lesión muscular. Empezó fajándose en la media maratón, con sendas victorias en 2004 y 2005 y un tercer puesto en 2007, para pasar a doblar la distancia con éxito total en su estreno en 2010. En la prueba de 42 kilómetros ha sido además tercero en 2017 y segundo en 2011 y el año pasado, en 2018.

Este sábado, Salvador pondrá rumbo al desierto argelino para competir el martes 26, víspera del Día de la República Árabe Sarahaui Democrática, que cumplirá 43 años de dura existencia en un destierro en condiciones terribles. Como siempre, la maleta del erandiotarra irá ligera de ropa y lo más llena posible de medicinas, teléfonos móviles, material deportivo y dulces para los niños, un equipaje solidario para una carrera que pretende sensibilizar al mundo de la precaria situación que viven las personas que habitan ese recóndito lugar del planeta.

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