No era sencillo el reto que se puso a sí misma la autora y directora Laura Iglesia: homenajear a Corín Tellado (Viavélez, 1927- Gijón, 2009), la escritora excesiva que rompió todos los récords del mercado literario como reina indiscutible durante seis décadas de la novela rosa. Y hacerlo mediante el artificio dramático de contar una vida -de niña a anciana- que transcurrió en su mayor parte frente a una máquina de escribir con la que la autora asturiana canalizó imaginaciones y pasiones. Una escritura desde el burladero de la insinuación para capear a la censura franquista y sus amputaciones. El resultado de ese gesto de admiración hacia una mujer que fue extraordinaria, sin duda, se vio ayer en el gijonés teatro Jovellanos: expectación y deseo de hacer una mínima justicia a una autora única. Con sus más de cuatro mil títulos de historias sentimentales, eróticas o juveniles, vendió más que nadie, fue traducida a casi una treintena de idiomas y tan sólo está por detrás de Cervantes en el escalafón de los más leídos.

"Corín Tellado, el espectáculo", cuya producción ha sido posible por la unión de cuatro compañías asturianas bajo una nueva empresa ("El Jaleo"), no defraudó. No se llegó al lleno, pero hubo una buena entrada y el público aplaudió y agradeció el cariño con que Laura Iglesia, sin caer en la hagiografía, ha resuelto el papel. La dramaturga y directora no ha querido ir mucho más allá de lo que sabemos de la gran dama de la novela romántica. Hizo suya la biografía canónica, sabedora quizás de que lo mejor es seguir el consejo de aquel sabio personaje de "El hombre que mató a Liberty Valance": "Cuando la historia se convierte en leyenda, imprime la leyenda".

Y tampoco era fácil aprobar la asignatura que tenía por delante Laura Piquero, la actriz que encarna en el escenario a Corín Tellado. Un papel que la intérprete langreana, apartada desde hace algún tiempo de la primera línea de las candilejas, ha calificado de "regalo". Resolvió bien, con contención, una actuación de evidentes dificultades por los matices de caracterización y voz que exige cada etapa vital del personaje: la niña de Viavélez que vivió en Erandio y pasó su adolescencia en Cádiz, donde falleció su padre; la muchacha de veinte años que publica su primera novela, "Atrevida apuesta", con Bruguera; la mujer joven que triunfa en una y otra orilla del Atlántico; la boda, los hijos, la separación matrimonial, los litigios con su editor, la enfermedad... Y hasta su mismo fallecimiento, a los 81 años (probablemente de un infarto o de un derrame), la tarea indesmayable de las diez horas diarias para dar curso a las innumerables historias que publicó. Pocos han escrito con más rapidez y dedicación. A su modo, fue como Balzac.

Una obra en la que el elenco de buenos actores asturianos se multiplicó y cumplió. Bien elegidas la música y la escenografía. El pasado jueves se cumplieron diez años de la muerte de Corín Tellado, la gran escribidora por la que ilustres admiradores como Mario Vargas Llosa o Guillermo Cabrera Infante, dos de los grandes novelistas del "boom" latinoamericano, viajaron a Gijón para entrevistarla. "Corín Tellado, el espectáculo" es una teatralización biográfica autorizada por la familia de la escritora, sus hijos Begoña y Chomín Tellado, que ayer siguieron la representación junto a los nietos de escritora. La propuesta escénica es además oportuna porque permite rescatar de un cierto e injustificado olvido a uno de los personajes más singulares de la literatura en español. En cualquier otro lugar del mundo, Corín Tellado tendría parques con su nombre, bibliotecas, monumentos, rutas literarias... Y desde su tierra se pediría la capitalidad de la novela rosa. Laura Iglesia ha dado un aldabonazo contra los olvidos ingratos.