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Las delegaciones alemana y francesa se disponen a firmar el armisticio en un vagón de ferrocarril estacionado en Compiègne. D.P.
El fin de la primera guerra mundial fue una fiesta para Erandio

El fin de la primera guerra mundial fue una fiesta para Erandio

Hoy hace cien años se firmó el armisticio que puso fin a la gran contienda, una noticia que fue acogida con alegría y celebraciones, en las que se adelantó y destacó la localidad vizcaína

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Domingo, 11 de noviembre 2018, 00:55

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A las cinco y veinte del 11 de noviembre de 1918, en un vagón de tren situado en el bosque de Compiègne, cerca del pueblo francés de Rethondes, se firmó el armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial. «A las once, hora oficial de París, del día 11 de Noviembre, serán suspendidas las hostilidades en todos los frentes», ordenó el Mariscal Foch a los comandantes de las fuerzas aliadas. «El día de gloria ha llegado», proclamó 'El Liberal' para quien la paz que se acababa de alcanzar era la de los aliados. «El triunfo del derecho sobre la fuerza, es la victoria de la capitulación de Alemania». El diario liberal, feliz por la noticia, no pudo por menos que ensalzar al país a quien consideraba un modelo a seguir: «Francia, la gloriosa Francia, la invencible Francia, madre espiritual del mundo civilizado», había visto por fin recompensada su entrega a favor de las libertades y de la democracia.

Una escueta referencia en primera página y un modesto «Ha terminado la guerra», fue el saludo de 'El Noticiero Bilbaíno' a la paz en Europa. Aun así, el diario conservador no escatimó información sobre el hecho. Hasta 'La Gaceta de Norte' no pudo ocultar la alegría ante una fecha que habría de convertirse en inolvidable a través de los siglos. Indudablemente, el Día del Armisticio fue festejado por todos. La paz era preferible a la guerra.

En España, la noticia llegó alrededor de las diez de la mañana. Nada más tener constancia del hecho, las embajadas de los países aliados izaron sus banderas y también se engalanaron los domicilios de los muchos súbditos extranjeros que vivían en la capital. Hasta los hoteles Palace y Ritz cubrieron sus fachadas con las enseñas de los vencedores y en los restaurantes de postín se entonaron himnos aliados. La ocasión lo merecía. La guerra había terminado.

En la fronteriza Irún se organizó una manifestación para ir hasta Hendaya y felicitarles por el fin del conflicto. Estaban tan hermanados que desde la localidad francesa se contrató a la banda de música de Irún para que tocara por las calles. En San Sebastián, otra banda recorrió todos los consulados aliados y el Círculo francés, a modo de regalo musical por la paz ganada. La alegría era tan evidente y se expresó de forma tan entusiasta que las autoridades, alarmadas por lo que pudiera pasar, sólo dieron permiso a los manifestantes hasta las diez de la noche.

Manifestación y fiesta

En Vizcaya, Erandio fue el primer municipio que reaccionó a la noticia del armisticio. También hubo música por las calles. «Tan pronto como fue conocida la noticia del armisticio –informó 'El Liberal'-, los barcos de naciones aliadas, surtos en la ría, saludaron el triunfo con el pito de las sirenas. Momentos después aparecieron engalanados». Todo el júbilo de los súbditos franceses, ingleses y portugueses se contagió al vecindario que se echó a las calles en un gesto solidario de alegría y consuelo. Incluso el edificio de la Franco-Española colgó las banderas de las naciones aliadas. Todos estaban muy contentos. Se lanzaban vivas a la democracia y vivas a Francia.

Tanto era el júbilo que las direcciones de los partidos Republicano y Socialista acordaron solicitar permiso para celebrar de inmediato una manifestación pública en honor de las naciones victoriosas. No hubo problema. La concentración fue autorizada y rápidamente se organizó una marcha con la banda de música al frente y tras ellos las direcciones del Centro Obrero, del Partido Socialista, de la Agrupación Republicana, de la Unión Marítima y de otras sociedades obreras. Más de 3.000 personas, entre las que se hallaron muchas mujeres, acudieron a la manifestación que recorrió todo Erandio. Al son de La Marsellesa y de La Internacional, «los vítores y las aclamaciones a los triunfadores eran incesantes. (…). Niños y mujeres hicieron causa común con los hombres». De esta forma se transformó Erandio en un pueblo único.

Un lugar singular que durante unas horas dejó su pertenencia a Vizcaya y a España para sentirse plenamente europeo ante un hecho que nadie dudaba había pasado ya a la Historia. De forma espontánea y sentida. «El pueblo de Erandio dio ayer la nota en los pueblos de la ribera. No parecía un pueblo español; la alegría y el entusiasmo era tan vivo y tan ardiente que parecía manifestarlo un pueblo de Francia o de Bélgica, interesado materialmente en esta victoria».

Más tranquila pero igual de entusiasta fue la celebración de los miembros de la redacción de 'El Liberal'. Un banquete íntimo, pero sentido, fue el homenaje que los miembros del diario bilbaíno ofrecieron para festejar el triunfo de los aliados. Una comida que, tras los postres, concluyó con un paseo por los principales consulados en los que dejaron sus tarjetas y de esa forma su reconocimiento.

Pero el gran acto que se celebró en Bilbao tuvo lugar el sábado 23 de noviembre en el frontón Euskalduna. Fue el banquete organizado por todas las fuerzas de izquierda de la villa al que acudieron más de setecientas personas para rendir homenaje a los vencedores. Con banderas por todas las partes, incluidas las de España y la del Partido Republicano de Vizcaya, aquel marco incomparable se completó con la presencia de una banda de música que amenizó la comida con los sones de los himnos nacionales de Francia y de Bélgica. Fue un acto profundamente sentido en el que se puso de manifiesto que la verdadera victoria en Europa había sido la lograda por la democracia que, al fin, había salido mucho más reforzada. Uno de los asistentes al acto fue Indalecio Prieto que no dejó pasar la oportunidad de reclamar la llegada de la república a España. La jornada terminó a los acordes de 'La Marsellesa' y de 'La Internacional'.

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